La característica fundamental de esta etapa de la infancia del niño es el movimiento. El niño de cuatro años tiene una gran necesidad de desgaste físico. Sus actividades favoritas serán correr, galopar en un caballo imaginario, darse volteretas, saltar, subirse a los bancos o a los árboles o escalar por la rampa del tobogán.
Como dos años atrás, el niño vuelve a mostrarse nervioso, autoritario, y difícil. Tiene un humor exagerado, y tiende a mostrarse inadecuado en público. Hay una vuelta a la agresividad física, en detrimento del uso del lenguaje. Se muestra menos obediente y pasa por una nueva etapa de oposicionismo, que llevará a un nuevo equilibrio en el año siguiente.
Su destreza manual evoluciona mucho. Sus dibujos comienzan a ser identificables, diferenciando ya en ellos cabeza, cuerpo, brazos y piernas.
En las actividades diarias alcanza ya una gran independencia. Puede iniciarse en la autonomía para la higiene personal: lavarse la cara y los dientes, e ir solo al baño. Es capaz de desvestirse completamente, y de abrocharse los botones.
El lenguaje se complementa con un uso bastante correcto de los tiempos verbales. Su vocabulario puede alcanzar las 1.500 palabras. Comienza a tener conciencia del tiempo, ubicando de manera progresiva las estaciones, los meses y los días de la semana. Adquiere conciencia del ritmo y las actividades que se suceden a lo largo del día, distinguiendo la mañana, la tarde y la noche.
Además de en el tiempo, comienza a ubicarse en el espacio. Comprende y utiliza conceptos como delante-detrás, cerca-lejos, o encima-debajo.
Su juego es ya muy socializado. Prefiere los juegos que comparte con sus compañeros, jugando a animales del zoo, ó a policías. También aparece el interés por los juegos de pelota. En el juego, comienza a separarse por sexos, lo que hasta ahora no había ocurrido. Esta separación se irá acentuando en los próximos años. Por lo general, se sentirá mas interesado por los compañeros de su misma edad que por los adultos.
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